Seguidores

EL CANARIO AZUL Por: María Clara

¿Acaso los seres queridos que han partido también pueden actuar como nuestros ángeles protectores?

Esta es la historia de un canario azul que nació en cautiverio y que estuvo en una jaula muchos, muchos años. Era el consentido del esposo de mi tía que murió en pandemia y ella, al quedar viuda, tuvo que trastearse de casa y no podía llevar al canario. Necesitaba encontrarle un nuevo hogar.

Mi hermana visitó por esos días la finca de unos amigos que estaban dedicados a recuperar aves en cautiverio. Construyeron un hermoso aviario gigante y abierto, para poner las aves en rehabilitación y que ellas pudieran salir a volar libres y, si lo deseaban, regresar allí.

Como mi hermana sabía que el canarito azul necesitaba un nuevo hogar, habló con sus amigos para que lo recibieran. Ella organizó viaje a su finca con su novio y aprovechó que la de sus amigos queda cerca para llevar al canario. Lo recogió, lo acomodó en su pequeña jaula de siempre en la silla de atrás del carro y arrancaron hacia su nuevo hogar La pequeña ave estaba muy inquieta y supusieron que era porque nunca se había movido de su lugar. Al llegar a la finca de sus amigos, mi hermana y su novio pudieron entregar al canarito y continuar su camino, pero quisieron acompañarlo en todo el proceso. Primero lo metieron en el aviario y esperaron a que se fuera adaptando. Se mostraba muy temeroso, porque estaba lleno de aves y él había estado solito toda la vida. Al rato notaron algo que llamó su atención, una pajarita de su misma especie empezó a darle comida como si fuera un pichón y él la recibió. Después de un rato, mi hermana y su acompañante, más tranquilos, decidieron partir, pero ya se había hecho tarde y les aguardaba una carretera llena de curvas, estrecha y con grandes precipicios.

Al subir al carro, notaron de inmediato que había problemas. El carro no respondía y se dieron cuenta de que se había dañado la dirección. Era como si haber ayudado al pajarito consentido del esposo de mi tía a conseguir un nuevo hogar no sólo hubiera salvado la vida del canario, sino también la vida de mi hermana y de su novio en retribución. De haber continuado por la carretera con la dirección averiada, quizá hoy sería otra la historia.


Imangen tomada de  birds.fandom.com

DURAS PRUEBAS Por: Sandra Janneth

Tengo 50 años y soy madre de 7 hijos, entre ellos uno que falleció a los 3 años. Me pasé 23 años peleada con Dios y mi ángel guardián, porque la vida me puso pruebas muy duras y me convertí en un ser de oscuridad.

En 2016 perdí a mis hijos mayores porque se fueron de mi lado y hasta hoy no los he vuelto a ver. Mi matrimonio de 23 años caía en picada, pero a fines del verano de ese año, mi pareja me llevó por primera vez a conocer a su familia, pasamos un lindo 31 de diciembre y de regreso de pasar las fiestas, me comunica que nuestro matrimonio se termina y ahí comienza mi infierno.

Lo perdí todo, me dejó en la calle, sólo me quedó la ropa tirada en el suelo y mis dos hijos pequeños. Luego, el 15 de enero mi hija regresa del viaje. Sentía mucho dolor, tristeza y decidí acudir a un juez pidiendo la alimentación de mis hijos, pero es por un juez que me obligan a vivir con mi exesposo en la misma casa y con mi hija de 17 años que me golpea.

Ya habrían pasado unos dos años en esa situación cuando una tarde, cansada de todo, le digo a mis pequeños se vayan a pasear. Tomo una piola para matarme, pero en ese momento, llorando, le pido a la Virgen Milagrosa, a San Miguel Arcángel y a mis ancestros que me ayuden a tomar coraje. Ellos ponen a mi hijo menor frente a mí, diciendo: “Mamá, te amo por lo fuerte que eres, eres una guerrera.”

Y de ese día en adelante camino de la mano de la Virgen, luchando por ponerme en pie, con los ángeles y arcángeles que son una bendición en nuestras vidas. Hoy doy gracias por lo que viví, porque era para sacarme de ahí y hacerme una mejor persona, una mejor versión de mí. Amo a mis ángeles guardianes y a San Miguel Arcángel.


Imagen tomada de Internet


AYUDA MUNDIAL Por: Cecilia

Mi esposo y yo viajábamos a la Copa Mundial de Fútbol de Brasil en 2014, tomamos un vuelo de Miami a Sao Pablo y allí pasamos el día antes de seguir hacia Belo Horizonte para acompañar a la Selección Colombia en su primer partido.

Almorzábamos en un restaurante muy bonito y la comida era deliciosa, pero cuando fuimos a pagar no quisieron recibirnos la tarjeta de crédito y eso nos puso en apuros. Teníamos algo de efectivo que habíamos cambiado en el aeropuerto de Miami, pensando en el taxi a la llegada, pero no era mucho. Mi esposo insistía en que debían recibir la tarjeta, ellos insistían en negarse y así fue pasando el tiempo hasta que se nos hizo tarde. Pagamos con el dinero que traíamos y alcanzamos a tomar el vuelo, algo disgustados mi esposo y yo, tras el impase. Subimos al avión sin un real, no teníamos para el taxi y, para acabar de ajustar, tampoco pudimos conectar nuestro teléfono al servicio de telefonía local como era el plan, así que tampoco teníamos modo de comunicarnos con la persona que íba a hospedarnos. Yo, muy preocupada y mirando a las nubes por la ventana del avión, pedí de corazón a los ángeles que nos ayudaran, porque estábamos en un país extraño, sin hablar el idioma, incomunicados, sin dinero y arribando de noche. ¡Nos iba a quedar todo muy difícil!

Finalmente nos quedamos dormidos los dos y cuando yo desperté tenía mucha sed. Llamé a la azafata para pedirle una “gaseosa” como decimos en Colombia, pero la azafata no me entendió y no sé qué habrá entendido, porque se puso furiosa conmigo y parecía que me estaba regañando, pero yo tampoco entendía lo que me decía. La señora que iba junto a nosotros, en la misma fila, decidió intervenir. Ella hablaba perfecto español y le explicó a la azafata lo que yo trataba de pedir y al momento me trajo agua. Agradecí a la señora su intermediación y ya, nos pusimos a conversar con ella y nos contó que era una ejecutiva de una empresa minera y que había estado en nuestro país. A mí se me ocurrió pedirle el favor de que, al llegar, nos prestara su teléfono para llamar a la casa del joven donde íbamos a hospedarnos y no sólo nos hizo el favor, sino que, además, habló por nosotros con él, que tampoco hablaba nuestro idioma. Nos explicó que el lugar al que nos dirigíamos quedaba en su ruta y nos invitó a ir con ella, porque el conductor de su empresa la estaba esperando. Nos dejó al frente de la puerta del sitio al que nos dirigíamos.

Al despedirme le agradecí toda su ayuda y le dije que había sido un ángel para nosotros, ella tan sólo sonrió y continuó su camino.

Imagen tomada de Internet de uso gratuito


ÁNGELES EN FORMA DE ANIMALITOS Por: Marisa

Soy Marisa y hace más de veinte años, cuando estaba embarazada de mi hijo Brian, asistí al velatorio de una tía. Al salir no conseguí monedas para el transporte y comencé a caminar, dentro de todo, pensé, era cerca.

 Unos muchachos con los que me crucé en el camino vieron mi campera y al parecer les gustó, porque uno de ellos comenzó a seguirme. Yo no podía correr y él lo sabía. Entonces, yo sólo pedí: “Que los ángeles me protejan”.

De repente, veo que varios perros furiosos rodearon al muchacho. ¡Esos perros antes no estaban ahí!

En esta oportunidad, ángeles en forma de animalitos vinieron en mi ayuda.


Foto tomada de Internet
(https://periodicoencuesta.com/2021/02/perros-callejeros-bravos-y-agresivos-siembran-temor/) 
El artículo de origen nada tiene que ver con la historia


HABLANDO CON JESÚS Por: Marjorie Beidelschies

 Una historia con Jesús para Navidad


Tengo el testimonio de que he hablado con Jesús y me ha contestado con señales… ¡Tengo tantos testimonios con él que a veces no los digo, porque lo toman a uno como loco!

Pero hubo una vez, en el año 2017, que mi esposo lo operaron de las dos rodillas y no fue mucho tiempo después, que presentó unos dolores abdominales muy fuertes y tuvieron que operarlo de nuevo, de diverticulitis. Fue una cirugía muy delicada, tuvieron que extraer el estómago y lo dejaron casi cuatro meses en el hospital. Casi se muere y se adelgazó mucho.

Cuando regresó a la casa era un saco de huesos, flaquito y eso que mi esposo es norteamericano, es un hombre alto y grueso. Cuando yo lo vi así, tan mal, como si se estuviera muriendo, yo salí frente a mi casa donde había un lago y había un árbol y me puse a orar a papá Dios mirando al cielo y llorando, pidiéndole una señal. Le dije que me enviara un pajarito que se posara en la rama que estaba ahí, que daba a lo alto de mi cabeza y que ese pájaro cantara si mi esposo se iba a salvar. En menos de un segundo, un pajarito se posó en la rama y comenzó a trinar. Trina y trina y trina y yo llorando y él trinando. Cuando yo me quedaba callada, el pajarito como que escuchaba mi oración mentalmente, porque él callaba y cuando yo callaba, él comenzaba a trinar. Duramos así como quince minutos, él cantando y yo llorando y orando a la vez, hasta que yo ya terminé y dije: “Bueno, voy a entrar”.

Entré y le dije a mi esposo: “Tienes que comer, tienes que alimentarte mejor y vamos a hacer esta comida para que tengas sangre y te puedan volver a operar.” Y así fue, a las pocas semanas mi esposo ya estaba grueso y los médicos lo felicitaron. La operación que se hace usualmente después de un año, a él se la hicieron al mes. Hoy está bien, a mi lado y gozando de salud.