¿Acaso los seres queridos que han partido también pueden actuar como nuestros ángeles protectores?
Esta es la historia de un canario azul que nació en cautiverio y que estuvo en una jaula muchos, muchos años. Era el consentido del esposo de mi tía que murió en pandemia y ella, al quedar viuda, tuvo que trastearse de casa y no podía llevar al canario. Necesitaba encontrarle un nuevo hogar.
Mi hermana visitó por esos días la finca de unos amigos que estaban dedicados a recuperar aves en cautiverio. Construyeron un hermoso aviario gigante y abierto, para poner las aves en rehabilitación y que ellas pudieran salir a volar libres y, si lo deseaban, regresar allí.
Como mi hermana sabía que el canarito azul necesitaba un nuevo hogar, habló con sus amigos para que lo recibieran. Ella organizó viaje a su finca con su novio y aprovechó que la de sus amigos queda cerca para llevar al canario. Lo recogió, lo acomodó en su pequeña jaula de siempre en la silla de atrás del carro y arrancaron hacia su nuevo hogar La pequeña ave estaba muy inquieta y supusieron que era porque nunca se había movido de su lugar. Al llegar a la finca de sus amigos, mi hermana y su novio pudieron entregar al canarito y continuar su camino, pero quisieron acompañarlo en todo el proceso. Primero lo metieron en el aviario y esperaron a que se fuera adaptando. Se mostraba muy temeroso, porque estaba lleno de aves y él había estado solito toda la vida. Al rato notaron algo que llamó su atención, una pajarita de su misma especie empezó a darle comida como si fuera un pichón y él la recibió. Después de un rato, mi hermana y su acompañante, más tranquilos, decidieron partir, pero ya se había hecho tarde y les aguardaba una carretera llena de curvas, estrecha y con grandes precipicios.
Al subir al carro, notaron de inmediato que había problemas. El carro no respondía y se dieron cuenta de que se había dañado la dirección. Era como si haber ayudado al pajarito consentido del esposo de mi tía a conseguir un nuevo hogar no sólo hubiera salvado la vida del canario, sino también la vida de mi hermana y de su novio en retribución. De haber continuado por la carretera con la dirección averiada, quizá hoy sería otra la historia.