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MI SUEÑO GUARDADO EN EL GARAJE Por: Ángela Saavedra

Yo quería una camioneta, pero no era que tuviera planes de comprarla, sólo era un deseo que yo no veía muy posible.

Empecé a ahorrar dinero, pero pensando en capitalizarme para hacer algo para la casa. Mi hija me dijo que estaban vendiendo una camioneta y me pidió prestados diez millones para comprarla. Entonces, yo le di la plata a ella, que la quería para venderla como negocio. La camioneta estuvo por ahí, pero nada que se vendía. Luego mi hija me pidió permiso para meterla en mi parqueadero y ahí la guardó. Yo nunca la volteé a ver, no la quise mirar ni nada, porque mi proyecto no era la camioneta. La quería, sí, pero no veía que estuviera cerca.

Después mi hija me dijo: “Mami, imagínate que no he podido vender ese carro, ¿qué tal si tú la compras?” Yo le dije: “¡No, pues yo cómo la voy a comprar!”. La camioneta estuvo prácticamente un mes en mi casa y yo me negaba a verla, me la dejaron ahí, parqueada y cuando finalmente la vi supe: “¡Es mi camioneta!”. Es como siempre la había soñado, había pensado que sería chévere tener una camioneta de platón, pero que tuviera atrás para llevar más personas, de cinco puestos y también para cargar cosas. No quería una Hilux, porque se me hacía muy grande, una Toyota es muy grande y me llegó esta, una Duster Oroch 2022. Mi hija me dijo: “Pues, vende tu carro.” Y así lo hice, vendí el carro y ya estoy terminando de pagar mi camioneta, no se me ha hecho difícil pagarla. 

Es simpático que, cuando uno está atorado en la vida, todo es complicado, cree uno que todos los escenarios son malos y esa es la razón. Pero lo más impactante es ver el miedo que uno le tiene a veces a la prosperidad o a avanzar, porque yo no creía que la camioneta pudiera ser mía. Puede ser difícil aceptar la prosperidad, pero, cuando a uno le está yendo bien es: “Me está yendo bien”, como si fuera sólo por el trabajo de uno y no se da cuenta de toda la ayuda que el Cielo y los ángeles le dan para conseguir lo que desea.


Imagen tomada de www.elcarrocolombiano.com sólo para ilustrar


MÁS QUE UN "PACIENTE” Por: Isabel Fernández

Soy de Argentina, Buenos Aires y creo firmemente en los ángeles.

Mi historia comienza un día cualquiera, una mañana cuando todos en la familia nos disponemos a ir al trabajo. Mi hijo, en ese momento, refiere un malestar a lo cual le digo que se fije cómo continúa a lo largo del día y, obvio, que vaya al médico. Al transcurrir el día, mi hijo se siente cada vez peor, entonces decide salir antes del trabajo e ir al médico. Lo evalúan y le sugieren que vaya a un hospital, cosa que hace y, en ese momento, yo ya estaba acompañándolo.

En el hospital, por sus síntomas, le dicen que es una posible apendicitis. Él debía ir directo a cirugía, pero en ese momento no era posible, según ellos, estaban en otra cirugía. Transcurrían las horas y a mi hijo se le agregaban síntomas, cada vez se sentía peor, ya era desesperante.

Pedí a Dios una señal para tomar la mejor decisión, pues estábamos contrarreloj, porque una apendicitis es quirúrgica y en cuestión de horas puede agravarse. Estábamos esperando una respuesta de los médicos o ir a otro hospital, cuando llega otro “paciente” que me pregunta directamente qué le pasa a mi hijo. Yo le cuento y este “paciente” me dice: “Por qué mejor no lo llevas a otro hospital.” Y me sugiere uno que está a sólo a 15 minutos de distancia del hospital en que estábamos nosotros. Fue tanta su insistencia que yo lo tomé como un mensaje.

Inmediatamente nos fuimos al otro hospital. Mi hijo ingresa, lo evalúan y en menos de 2 horas está en el quirófano. Lo operan de apendicitis y el médico dice que llegamos a tiempo, porque estaba a punto de complicarse. Mi hijo se recupera en 2 días, después le dan de alta y hoy sólo una cicatriz nos recuerda ese momento.

Estoy convencida que ese “paciente-ángel” fue puesto en mi camino. Nunca pude agradecerle personalmente, pero, sea quien sea, ¡le deseo que tenga una vida bendecida!

Sólo quería compartir mi experiencia. Los ángeles existen, sólo debemos estar dispuestos a recibir o ver las señales.


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SE ME APARECIÓ UN ÁNGEL Por: Viviana Lourdes Capelo

Yo tengo una experiencia muy bonita.

Estaba en la terraza de mi casa cuando se me murió mi abuela materna y se me apareció en el cielo un ángel. Traía el torso desnudo, tenía pantalón y zapatos color café y unas grandes alas grises. Me acuerdo que él me vio y yo lo miré, mi mirada estuvo en el cielo y el ángel me miró fijamente. Voló por unos minutos alrededor de mi casa.

Sentí algo maravilloso y le conté a mi mami, ella me dijo: “Sólo tú pudiste ver eso”. Y me hizo sentir una chica especial, porque me sucedió a mí. Yo sí creo en los ángeles.


Tomada de Internet https://photos.onedrive.com/






UN MENSAJE DE MI HERMANO Por: Nancy Riquelme

Cuando mi hermano falleció yo estuve muy mal, con mucha pena y mucho dolor. Había pasado como una semana de su funeral y la verdad es que yo me sentía muy mal, sin ganas de nada, sólo quería estar sola.

Mi hija me pidió que la acompañara al banco a hacer unos trámites. Entramos al banco y ella se fue a una de las cajas, mientras yo me fui a sentar a esperarla. Estaba ahí cuando vi entrar a una señora que, no sé por qué, me llamó mucho la atención. Era una señora mayor vestida entera de blanco. Ella se acercó a mí y me preguntó si estaba esperando a que me atendieran y le dije que no. Ella siguió caminando y, después, se volvió hacia mí y me dijo: "Tengo un mensaje para usted." Yo la miré sorprendida y me dijo: "Dios la ama, tenga paz en su corazón." Yo quedé helada, sin palabras, sin entender nada en ese momento.

Al rato, pensé en esas palabras y el sentido que le di o lo que yo quise creer, fue que ese mensaje me lo había enviado mi hermano.


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