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ALGO MÁGICO Por: Luz Stella Robles

Solo hasta cuando vemos estas cosas somos conscientes de ese poder creador que tenemos, pero que en ocasiones no lo sabemos usar con coherencia.


Nos pasó algo mágico con mi madre y en esta historia la protagonista y beneficiada es mi gatita que, además, es otro regalo del Cielo. Desde hace muchos años, cuando empecé a recibir los mensajes de mi ángel de la guarda con Giovanita, no entendía por qué el ángel se refería siempre a mí como “Estrella”, si mi nombre es Luz Stella. Al tiempo me regalaron esta gatita que ya venía con su nombre, se llamaba Estrellita.

Estábamos mi madre y yo en casa con las gatitas. Estrellita se metió al arenero que les teníamos, que era en realidad una tina y me miró con cara de reclamo, como diciendo: ´Mamá, no me ha limpiado la arena’. En ese momento se me ocurrió pensar en lo bueno que sería poder tenerle un baño para ella donde estuviera más reservada. Le dije a mi mamá: “Tan chévere si Dios nos socorriera y pudiéramos comprarles un arenero de esos que parecen una casita, que es tapado y ellas se meten por una puertica.” A mi madre también le entusiasmo la idea y me dijo: “¡Ay sí, qué chévere! ¿Y son muy caros?” Yo le dije que no tanto, o que sí, pues costaba como $150 mil pesos de los que no disponíamos para eso en el momento. Me preguntó también dónde los vendían y yo le dije dónde se podían conseguir. Y ahí quedó la conversación, porque teníamos que alistarnos para ir a hacer unas diligencias.

Salimos de casa y en la esquina de la cuadra donde vivimos estaba un señor vendiendo cosas de segunda: ropa, zapatos, objetos usados. Me pareció muy curioso porque justo tenía el bañito que yo había imaginado, frente a nosotras estaba eso de lo que habíamos estado hablando en la mañana. Parecía en buen estado y nos miramos, pero como que no nos atrevimos a preguntar. Teníamos afán y seguimos, pero yo me fui pensando todo el camino: «¿Será que debí haber preguntado? ¿Será que la compro? ¿Será que no? Pero, es que es de segunda…». Hicimos todas las diligencias y de vuelta decidimos que nada perdíamos con ir a preguntar. Había pasado mucho tiempo y no sabíamos era si el señor seguía ahí o ya se había ido.

Al regresar vimos que el señor continuaba en el mismo lugar. Nos acercamos y vimos el arenero en forma de casita, estaba en súper buen estado, solo un poco sucia. Pensamos «Quién quita que lo podamos comprar». Le pregunté al señor por el precio y me dijo: “Pues, yo estoy pidiendo $15 mil pesos.” ¡No lo podíamos creer! Lo compramos de inmediato. Llegamos a casa, lo lavamos, lo pringamos con agua caliente y quedó impecable, nuevecito, buenecito y por solo $15 mil pesos. ¡Aún lo veo y no me lo creo!

Nuestro deseo se materializó ese mismo día. Solo hasta cuando vemos estas cosas somos conscientes de ese poder creador que tenemos, pero que en ocasiones no lo sabemos usar con coherencia.



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