Hay tantas maneras posibles en que un ángel se manifiesta.
Mariana tiene
un sueño muy extraño. Ella está dormida dentro del mismo sueño, y su perro, aunque
ella no tiene perro, se le sube en la cama y le hala las cobijas, con la clara
intención de despertarla. Ella le arrebata la cobija de la boca de un jalón,
cuando se da la vuelta para seguir durmiendo. El perro, que extrañamente se le
hace muy familiar, pero no lo reconoce… insiste en hacerla levantar de la cama
y ella insiste en negarse. ¡Solo quiere dormir!
El perro comienza a ladrar tan fuerte, que ella por evitar que despierte a su esposo que duerme a su lado y a sus hijos, que bastante trabajo suelen darle para irse a la cama, decide seguirlo. Va tras él, viéndolo menear la cola con entusiasmo, sin entender el porqué, pero al fin y al cabo es tan solo un sueño. De repente, lo asocia con su ángel de la guarda y en plena ensoñación se ríe para sí misma, cuando piensa «mi perro guardián». El animal la lleva hasta al lado de un mueble que tiene en la sala de su casa y ese sí está allí en la realidad. Ahora sí que menos, entiende el para qué.
No dura
mucho más la historia, cuando ya el sueño se ha convertido en otra cosa que no
logra recordar al otro día, cuando se levanta… ¡El sueño del perro guardián no
lo olvida! Y al pasar por el mueble de la sala de camino a la cocina, se
detiene con curiosidad y lo mira con detenimiento. Sin saber por qué, se agacha
y descubre, justo allí, las llaves que había perdido un par de días atrás y que
estaba muy preocupada de no poder encontrar.
Sí. Ahora lo recuerda: en medio de la angustia alcanzó a pedir ayuda para poder encontrarlas a su ángel de
la guarda… ¿o acaso será perro guardián?
* Las historias están basadas en hechos reales, sin embargo, algunos detalles, nombres y lugares han sido cambiados para proteger la identidad de sus protagonistas.