El Cielo siempre tiene buena disposición para trabajar cuando se lo piden y hasta para ponerle a todo, un poco de humor.
Claudia es una joven muy trabajadora,
que se desempeña como vendedora de seguros. Ella conoce a su ángel de
la guarda a través del Mensaje del Ángel de Magio y viene desarrollado una
estrecha relación con él.
Tiene un importante evento
familiar un sábado. Es una ocasión especial que reunirá a toda la familia y llegarán
miembros de todas partes del país y de afuera. Claudia no quiere ir a trabajar ese día, para ayudar
a organizar y tener tiempo de ponerse linda. Todo está perfectamente planeado,
solo hay un pequeño inconveniente: no ha alcanzado la cuota de ventas de
la semana. De no cumplirla, se verá obligada a asistir al trabajo el día del
evento. El tiempo corre en su contra, termina el jueves y sigue sin vender lo
estipulado. Está empezando a desanimarse, pero reacciona y decide pedir
ayuda. Convoca a su ángel de la guarda, al Cielo en pleno y los pone a
trabajar. Les dice que necesitaba cumplir la cuota antes de terminar el día.
Como no está segura de haber sido atendida, pide una señal a su ángel. Al
medio día, al salir a almorzar, ve una libélula. ¡Su pedido ha sido atendido!
El insecto es la señal con la que ella sabe que su ángel se manifiesta.
Al regresar a trabajar, en
la tarde, logra no solo alcanzar la cuota, sino superarla. Está feliz, porque ahora puede contar con su sábado libre para asistir al evento. Aunque lo que más le
llama la atención es que los compradores de los seguros tienen nombres como: Ángel
María, Rafael, Manuel Ángel, Gabriel y hasta Miguel Arcángel Pérez, que es con quien logra la cuota de ventas.
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