Los ángeles de la guarda tienen entre sus principales funciones guardarnos, protegernos y auxiliarnos cuando lo pedimos. Aunque algunas veces no tengamos la certeza de quién trabaja para quién, como en esta historia.
Un hombre que trabaja en investigación criminal e
inteligencia de la policía, llega a Magio y tiene la experiencia de conocer a
su ángel de la guarda: Aníbal. Cuando habla con él a través de Giovana, se da
cuenta que desde siempre ha llevado una estrecha relación con su custodio y
que, por su trabajo, ha tenido una ardua labor. Sin embargo, ahora el lazo se
hace más más fuerte, porque lo comprende mejor y le atiende más.
Una noche, cuando sale de una reunión en casa de unos
amigos, no logra conseguir transporte y tiene que caminar por una zona bastante
peligrosa de la capital. Pide a su ángel guardián que lo acompañe y va
conversándole en su cabeza. De repente, percibe que Aníbal le contesta, aunque,
más que una respuesta, es un pedido. Le dice que se acerque a una pareja que
viene caminando hacia él, no la ha visto aún, porque viene lejos. Acostumbrado
como está a obedecer, hace caso y se dirige hacia ellos sin saber ni por qué ni
para qué.
Es testigo distante, cuando un grupo de hombres sale de la
oscuridad y rodea a la pareja. El policía lamenta no estar de servicio, pues no
lleva consigo ni la identificación ni su arma. Así que no le queda de otra que
pedir ayuda a su ángel guardián, más ahora que descubre que no les basta con
robarlos, sino que dos de los hombres golpean brutalmente al muchacho que trata
de defender a su novia, mientras los otros dos tratan de someter a la joven con
intenciones de abusar de ella. Al verla forcejear, no lo duda ni un instante,
ni tiene tiempo de pensar en que son muchos para un solo hombre… Corre a
auxiliarlos.
Al llegar, agarra a uno de los hombres que se dispone a
golpear al joven en la cabeza con un ladrillo y lo manda lejos. Luego la
emprende contra los otros hombres que tienen a la muchacha y se enfrenta a
puños con ellos. Cuando los ha obligado a soltarla y la ayudarla a levantarse,
descubre que los hombres armados con cuchillos, los rodean. El policía inerme
los desafía y cuando los mira directo a los ojos, los malandros entran en
pánico y huyen a toda prisa.
Ahora debe apresurarse a salir de allí con los jóvenes. Le
pide a su ángel que le envíe un taxi, que no demora en aparecer y se suben los
tres. Se dirigen al sur de la ciudad y dan indicaciones al taxista que acelera
a fondo hasta alejarse del lugar. Una vez recuperados del susto, cuando la
pareja es capaz de modular palabra, no cesa en agradecimientos. La verdad es
que ni él mismo entiende lo sucedido y menos cuando la muchacha se muestra
apenada, porque los amigos del policía no vinieron con ellos. Le pide darles
también a ellos las gracias de su parte por su ayuda.
El policía confundido se decide a preguntar a la pareja qué
fue lo que vieron. Ellos se extrañan un poco, pero le explican que los ladrones
salieron de la nada, los atacaron por sorpresa y que, si no fuera por él y sus
cuatro amigos, no sabrían qué habría sido de ellos. Ella y su novio no pueden
evitar mofarse un poco de cómo sus atacantes salieron huyendo asustados, cuando
se enfrentaron a los cuatro fornidos amigos del policía.
* Las historias están
basadas en hechos reales, sin embargo, algunos detalles, nombres y lugares han sido cambiados para proteger la identidad de sus protagonistas.
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