Para conseguir ayuda, hay que pedirla.
Un señor que está muy
acostumbrado a ponerle tareas a su ángel, porque le resulta muy eficaz, se
encuentra hospitalizado.
Acaba de ser intervenido y
todo ha salido perfectamente bien, tal como se esperaba. Sin embargo, la
recuperación le ha significado un fuerte dolor de cabeza que no lo deja
descansar para recuperarse pronto. Le pide a la enfermera que le de algo para
calmar el dolor. Ella lamenta no poder ayudarle, pero no puede hacer nada, ya
le ha dado todo lo que el médico autorizó. Desatender la orden puede ser un
riesgo.
Ante la contundencia de la
situación, el señor acude a su ángel y le pide que haga algo para que le pase
la cefalea. Y así, aturdido como está tras la cirugía, mientras trata de
dormir, ve a tres hombres vestidos de blanco que le echan algo al suero que le
están suministrando. Podrían ser otros médicos o enfermeros, piensa él en medio
de su confusión, pero sabe que ninguno incumpliría la orden.
Al instante se siente mejor
y consigue dormir profundamente durante toda la noche.
* Las historias están basadas en hechos reales, sin embargo, algunos detalles, nombres y lugares han sido cambiados para proteger la identidad de sus protagonistas.
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