Esta es una historia que me enseñó que los tiempos del Cielo, son distintos a los nuestros. Nosotros queremos que todo sea ya, pero para los ángeles los tiempos son cuando tienen que ser.
En el año 2020, en plena pandemia, aunque ya se podía salir,
fui a visitar a una amiga que había pasado por la Covid. Como yo vendo
productos naturales, fui a contemplarla y a echarle ´menjurjes’ para que se
sintiera mejor.
Llegué a la unidad donde ella vivía y me perdí, porque era
muy grande, abierta y llena de árboles. En medio de la búsqueda, miré el
entorno y me dije: “Yo quiero vivir acá”. Estaba pasando por una situación
económica difícil por el confinamiento, el negocio se vino abajo y eso
implicaba vender el apartamento que estaba pagando con crédito hipotecario, las
cuotas estaban muy altas y se volvieron un martirio. Sin embargo, insistí: “Yo
quiero vivir acá”.
Por fin encontré el apartamento de mi amiga, la atendí y de
regreso hacia mi casa, yo, con toda la fuerza que salía desde mi útero – ahí
sentía ese deseo- y que subía hasta mi corazón, le dije a los ángeles: “Yo
quiero vivir acá, angelitos, ayúdenme, yo quiero vivir acá. Quiero que se venda
el otro apartamento y que me lo paguen bien, con la plata que me quede después
de pagar la deuda, pueda comprar un apartamento acá. Yo quiero, yo quiero, yo
quiero…” Así me fui todo el camino, el semáforo se ponía en rojo y yo cerraba
los ojos para pedir y lo hacía con una fe impresionante. ¡A veces trato de
acordarme de esa fe para otros deseos que tengo y… risas!
Pasó todo un año y nada, pasó otro año más, la deuda seguía
creciendo y sacar adelante la empresa no era sencillo. Hasta que, un día, todo
se organizó. Apareció el comprador para el apartamento, que lo necesitaba y
pagó por él lo que consideramos justo. Saldamos la deuda y nos quedó la plata suficiente
para comprar otro apartamento sin tener que endeudarnos más. El día que ya el
negocio se cerró, nos fuimos a la unidad a buscar un apartamento que, además, fuera
en un último piso, en una zona poco transitada, rodeado de árboles y muy
tranquilo. Sabíamos que encontrar un apartamento disponible en esa unidad ya,
de por sí, era muy difícil, porque son muy buscados y tan pronto desocupan uno,
lo toman de inmediato. Ahora,
encontrarlo tal como lo queríamos, pues, podía ser todo un reto.
Así que madrugamos, mi esposo y yo, y nos fuimos para allá.
Por el camino íbamos cruzando los dedos, pero lo más lindo es que el primero
que vimos, ese fue. Se presentaron todas las circunstancias necesarias para que
pudiéramos vivir en el lugar que yo había soñado.
Hoy miro en retrospectiva y es como si los angelitos me lo
estuvieran guardando. En este momento estoy viviendo feliz en ese apartamento.