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Ni siquiera tengo ganas... o ¿Quién trabaja para quién? II

Para quienes ya conocieron al “dúo dinámico” del investigador en criminalística y su ángel guardián Aníbal, en ¿Quién trabaja para quién? Aquí, otra de sus aventuras.


El investigador viene por la acera caminando tranquilo un día, también fuera de servicio, o al menos del servicio de la policía… Siente que su ángel guardián le solicita algo que le parece sumamente extraño: le pide que vaya a orinar tras el muro de la esquina.

«¡Ni siquiera tengo ganas de orinar…!» piensa para sí «…y menos en plena calle.» Pero como es ya bien sabido, está entrenado para obedecer y su profunda fe lo hacen acatar la orden sin chistar. Apenas si alcanza a llegar hasta la mencionada esquina y ubicarse tras el muro, cuando un bus lleno de pasajeros, que viene desbocado por la calle, al parecer sin frenos, se dirige hacia la acera, que hace de rampa y en un enorme salto, choca justo contra el muro que lo protege, volcándose de lado. «¡De la que me he salvado» alcanza a pensar, pero reacciona «¡De la que me has salvado!» agradece conmovido a Aníbal. 

Y basta apenas un instante para que se recupere del susto, porque como el golpe ha sido muy fuerte, los pasajeros están heridos. Nuestro héroe se hace cargo de la situación: ordena a los que pueden salir por sí solos, por las ventanas, informar del accidente para que envíen pronto ambulancias. En tanto él ayuda a salir a los que no han podido hacerlo, se encarga de despejar el área por si se llega a presentarse alguna explosión y luego, se ocupa de los más graves, prestándole los primeros auxilios. Todo, mientras llega la ayuda.



* Las historias están basadas en hechos reales, sin embargo, algunos detalles, nombres y lugares han sido cambiados para proteger la identidad de sus protagonistas.

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